POR LA LUZ Y EL PROGRESO ESPIRITUAL DE LA HUMANIDAD
¿ESPIRITUALIDAD, PARA QUE?: En un
vivir sin sentido, sin propósito y atendiendo solo a lo exterior de nuestra realidad,
el ser humano se cansa, se debilita, se agota, se deteriora y enferma; y este
es el momento donde lo único realmente efectivo para regenerar la vida, el
alma, y volver a tener el aliento de vida es la Espiritualidad.
Mientras
no nos sanemos, nuestros demonios internos: miedos, culpas, cortedad, rencores,
creencias y hábitos mentales atemorizantes, convertiremos cada situación en la
misma dolorosa tragedia que la anterior. La experiencia espiritual es la
vivencia de lo sagrado, sentir a Dios, después de esto viene la serenidad, la
paz y la alegría, que nos unifican en cuerpo, mente y espíritu, trayendo
armonía a nuestra vida.
Una espiritualidad impregnada por el flujo de
la vida, es voluntad dispuesta para el servicio. ¿Cómo es posible tener el
espíritu saturado de luz, bondad, amor, de Dios, y no vaciarlo para convertirlo
en fuente de dones y bendiciones? La espiritualidad que se centra en la vida,
se dona, se vacía, se entrega para que otros crezcan, para que otros se
desarrollen y así se completa el ciclo de transformarnos
y sanarnos mientras ayudamos a otros a transformar su vida, acompañándonos
mientras transitamos por la experiencia de la vida.
La
espiritualidad sana, unifica, promueve la paz, dignifica la vida, da felicidad,
atrae bienestar, porque es la expresión del espíritu, que es la esencia de
nuestro ser, presencia de Dios en nosotros. Hay que manifestar nuestra
espiritualidad en todas las dimensiones de nuestra existencia. Hay que
atenderla, valorarla, resignificarla y expresarla en el día a día de nuestra
vida.